Thursday, August 23, 2012

OJARASCA: Ser Indio en Arizona

ojarasca

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Recolección de pimientos en Valle de San Joaquín
 

Ser indio en Arizona

Con sólo cruzar la frontera, el peso de los estereotipos raciales cae como plomo sobre paisanos y centroamericanos que buscan internarse en el territorio del dólar, del trabajo duro y sin derechos pero mejor pagado que en sus países. No sólo es cosa de ser o no güero (y el resto es “latino”), sino de parecer indio, y seguramente serlo. El racismo estadunidense en el bórder es caricaturesco, y por algo, caldo de cultivo del fascismo Minuteman y del Partido del Té, como se llama ahora la ultraderecha republicana que tiene como heroína a la reina del softporno político, Sarah Palin.
 

Arizona fue durante años destino final de los jubilados, cuando había. Pasada la conquista de los cowboys, llegaron ellos. Se pobló de blancos sedentarios. La crisis inmobiliaria que desestabilizó el sistema financiero capitalista en 2009 tuvo Arizona como escenario ejemplar. Quebrados los blancos, su atávico odio a los prietos recuperó motivos. La cara dura y arrugada de la gobernadora Jan Brewer es un buen retrato de su base social.
 

Arizona no sólo sirve para el tránsito de ilegales procedentes de comunidades y poblados indígenas de México y Guatemala, sino que es tierra ancestral de pueblos que allá llaman originarios, víctimas de más de un siglo de conquista, genocidio, arrinconamiento, discriminación. No extraña que también para ellos, ciudadanos de Estados Unidos, la nueva ley SB 1070 sea una amenaza seria.
 

En un hecho histórico, las tribus de Arizona tomaron el lado de los migrantes. El enviado del diario español El País, Guillermo Altares, sin esconder la cruz de su parroquia reportó desde Phoenix: 

“Una especie de mística indigenista flota en el movimiento hispano organizado en contra de la nueva ley de inmigración. ‘Hasta ahora los indios iban a lo suyo y es la primera vez que se unen a algo más’, señala uno de los dirigentes locales de la lucha contra la legislación”.

Altares relata una manifestación en dicha ciudad que “arrancó con una ceremonia india, y sus representantes fueron los primeros que intervinieron desde la tribuna; esa inspiración indigenista [sic] trata de conectar con discursos como el del boliviano Evo Morales, pero también es cierto que el peso de nativos americanos es enorme en Arizona. En este estado viven 21 tribus, y un cuarto de sus tierras totales son reservas indias”. Salvador Reza, uno de los líderes de la movilización contra la SB 1070, que comenzaría a aplicarse el 29 de julio, dijo al reportero: “A ellos la frontera los cruzó” (“La lección de los navajos”, primero de junio).
 

Las propias tribus y pueblos originarios de Arizona ya expresaron su inconformidad con la SB 1070. Navajo, yavapai, tohono o’odham, pascua-yaqui y otros declararon conjuntamente el 4 de junio que buscarán detenerla. John Lewis, del Consejo Interamericano Tribal de Arizona de los 21 pueblos dijo a Notimex: “Las tribus tienen jurisdicción dentro de sus tierras. La ley no funcionará en beneficio de la población indígena de Estados Unidos”.
 

Los Tohono O’odham son un pueblo binacional con comunidades en Sonora y Arizona cuyos miembros vienen y van. Reivindican su derecho ancestral para transitar su territorio sin acatar límites internacionales ni restricciones migratorias.
 

La nueva ley establece como delito el ser indocumentado y permitirá a los policías arizonianos (célebres por sus excesos en condados blancos como Maricopa) interrogar sobre su situación migratoria a cualquier “sospechoso”. 

¿Y acaso hay algo más sospechoso en este mundo que un indígena? La resolución del consejo tribal subrayó que la SB 1070 “violaría su soberanía” y daría lugar a detenciones desproporcionadas.

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